Iniciamos este blog, en el que hablaremos principalmente de cine, televisión, cómics, música y el resto de cosas que hacen la vida interesante (o sea, furbo y drojas) con una sección que pretendo que tenga continuidad porque me permitirá desahogarme en condiciones (y esa es una de las principales razones por las que se escribe un blog).
"Pues a mi me gusta!!!" presentará películas a reivindicar, pero desde una óptica diferente a lo habitual en este tipo de reivindicaciones. Es mejor definirlo desde una óptica negativa: NO voy a hablar de películas comunmente valoradas y estimadas (p.e., claro que me gusta Clint Eastwood, pero este no es su lugar); tampoco voy a hablar de desconocidas películas procedentes de países que no sabemos situar en el mapa (y a ese que ha esbozado una sonrisa de suficiencia que me situe en el mapa la República de Kiribati, por listillo), puesto que existen foros en Internet que pueden y saben llenar ese hueco mucho mejor de lo que yo podría hacerlo; y por esa misma razón tampoco voy a dedicarme a lo que desde el inimitable blog de Vicisitud y sordidez llaman cine colonoscópico, ya que parece que hoy en día se gastan más bits en defender a Joe D´Amato y Jess Franco que en recordar a Ingmar Bergman o a Preston Sturges (y me parece bien: necesitan hasta el último de esos bits...)
Entonces, dirá el paciente lector, de que c%&$ vas a hablar? Pues de películas que todo el mundo conoce pero que a nadie le gustan. Por supuesto, a nadie salvo a mí. El gran Tomás Fernández Valentí (esto sí que es un blog y no lo que estás leyendo) comentaba en una entrevista hace años que le gustaría que alguien reivindicara el cine de, pongamos, Michael Bay ofreciendo análisis y argumentos para revitalizar la crítica cinematográfica (al menos eso entendí...). La cuestión es que hoy en día está bastante mejor visto reivindicar las películas de Asylum y hasta "Manos: Hands of Fate" que cualquier peli de Jason Statham o Hugh Grant. Y eso no puede ser.
Para el atento lector estos dos nombres son una pista de por donde irán los tiros: efectivamente, el cine de acción y la comedia romántica camparán por sus respetos en esta sección. Sé que el cine fantástico y de terror también tienen bastante que rescatar, pero para eso está Fangoria y similares analizando por qué es mejor Jason VII que Jason V (sí, analizan, muerte a muerte, y puedo asegurar que es mucho más divertido que ver la película en sí) o cual es el mejor desmembramiento de Saw y secuelas.
Basta de prolegómenos. Para abrir esta sección, qué mejor que una película que ningún crítico con autoestima podría tomar en serio: "Love actually"
A mí me gusta "Love actually". Es más, la he visto varias veces y me sigue gustando. He visto la media hora de escenas eliminadas y creo que la mejoran, y estoy convencido que si las hubieran mantenido tendríamos en nuestras manos la rom-com definitiva: tres horas de gente guapísima enamorándose, sufriendo, llorando y terminando felices para siempre jamás. Con niños. Y nieve. Y canciones navideñas. Y "God only knows" sonando antes de los títulos de crédito.
O sea, la automática destrucción de la reputación de cualquiera que admitiese que le había gustado.
Veamos: antes de entrar en el análisis de la película en sí, cabe una reflexión sobre el por qué de la pésima reputación de la comedia romántica. ¿Se han estrenado malas, muy malas, espantosas películas de este género? Claro que sí. Muchas. Y el género que pueda lanzar la primera piedra que lo haga. Comedia, drama, thriller, terror, etc, etc. O sea que no va a ser esto. Otra razón podría ser que nos hallamos ante un género altamente codificado, que no quiere decir que sólo se emita en el Plus, sino que tiene muchas reglas que deben cumplirse. En el caso de la comedia romántica los protagonistas deben ser guapos, pero no avasalladoramente guapos; debe haber una estructura en tres partes (chico conoce chica / mundo se interpone entre chico y chica / mundo es destruído si es menester para que chico y chica acaben juntos); existe un rango determinado de secundarios (amigo nerd/ligón/vituperable del chico; amiga cínica/pava/bonachona de la chica); los padres son opcionales, aunque si hay un ganador/a de un Oscar con necesidad de un cheque se hace sitio; los niños son bienvenidos; el/la rival deben ser más mezquinos/superficiales/sosos que el/la protagonista, pero también deben tener su corazoncito... y, sobre todo, parafraseando a esa otra lista de obligaciones escrita en piedra, todas estas reglas se resumen en dos: todo el mundo es bueno y todo debe acabar bien.
Creo que en estas dos reglas se resume lo que la gente odia de las comedias románticas: su previsibilidad y su creencia en la bondad de la raza humana. Y me atrevería a afirmar que sobre todo es la segunda, pues previsibles son la mayoría de las películas. Así que llegamos a una primera conclusión: la mala reputación de las rom-com procede de su creencia en la bondad de la humanidad. Y no es moco de pavo, la verdad. Basta con el simple gesto de encender un televisor en cualquier lugar del mundo a cualquier hora y en cinco minutos tendrás suficientes razones para negar la bondad y hasta el derecho a la existencia de la humanidad. Pero reflexionemos un minuto: ¿de verdad es todo tan malo? ¿No hay nada que se salve? ¿No conoces ninguna buena persona? ¿No ves "Pocoyó"? Pues eso, que hay de todo en todas partes, y las comedias románticas eligen mostrar la cara más amable.
En este sentido, "Love actually" es ejemplarmente honesta (NOTA: aquí comenza la etapa-SPOILER del post, así que recomiendo a quien no haya visto la película que la vea inmediatamente para luego seguir leyendo)
(No digáis que no avisé)
(¿Ya?, vale, seguimos)
Comienza con una secuencia que muestra la zona de llegadas de un aeropuerto mientras una voz en off dice que, cada vez que duda de la bondad de la raza humana, conduce hasta un aeropuerto para ver los reencuentros de la gente: padres e hijos, maridos y mujeres, viejos amigos... todos abrazándose, llorando, riendo... vamos, amol por todas partes. Y, citando la canción de la banda sonora de "Cuatro bodas y un funeral", dice "Y es que el amor, de hecho, está en todas partes" ("Love, actually, is all around"). Toda una declaración de intenciones.
Y la película va de eso, de amor. Amor inesperado, amor correspondido, amor imposible, primer amos, amor truncado, amor traicionado, amor fraternal, amor carnal, amor pornográfico (aunque no demasiado), amor hasta en la sopa. Dado que tenemos nueve historias, el director se permite fallar parcialmente una de las reglas de titanio: no todas las historias acaban bien. Aunque, para compensar estas amarguras y el resto de finales tristes de la historia del cine tenemos la historia del paleto inglés que no se come una rosca y decide emigrar al Medio Oeste americano...!!! en busca de sexo!!!. Lo que allí encuentra hay que verlo para creerlo (o sea, para no creerlo), pero todo espectador masculino que no haya tenido una fantasía similar a los catorce años miente, y sabe que miente.
Como todo film similar, no todas las historias tienen el mismo nivel: a mí, particularmente, me chirría la historia del Presidente (la política no tiene sitio en una comedia romántica si no tienes a Aaron Sorkin para que te la escriba) y la historia de los figurantes porno me deja frío, pero el resto de historias oscilan entre lo tierno y lo conmovedor. Bill Nighy se gana su actual estatus de secundario cheque de oro en Hollywood con ese viejo cock rocker que todo lo desprecia y que sólo ama a su manager porque es el único que ha creído en él; Colin Firth demuestra por qué es el marido perfecto para todas las británicas de bien; Andrew Lincoln realiza ante Keira Knightley el gesto que todos los geeks hubiéramos querido hacer ante nuestra adolescente musa. Y luego está Liam Neeson.
Liam Neeson es un hombre. Y el resto del mundo no. Que tamaño dechado de masculinidad, ejemplo a seguir por todos los que leímos alguna vez a Hemingway y nos lo creímos, aparezca en una película como esta es ya un hecho de interés. Y la borda. Aquí debemos entrar en el peliagudo asunto de las escenas eliminadas. Se cortó por todas partes, pero lo que más se cortó fue la historia de este viudo destrozado que debe cuidar de su pequeño hijastro y ayudarle a conseguir su preadolescente amor. Y nada de lo que se cortó debió cortarse: una escena en particular es un ejemplo de comedia pura que rara vez se ve. El deprimido viudo Neeson recibe un papel de su progre hermana con direcciones de Internet donde puede encontrar desnudos de Claudia Schiffer, porque sabe que eso lo animará (sic). Con su hijo encerrado en su cuarto deprimido (luego veremos por qué), el lúbrico viudo comienza a buscar. Como no puede ser de otra manera para un neófito en estas lides lúdico-festivas, a los treinta segundos comienzan a saltar pop-ups de lo más explícito y guarro. En ese momento, suena el timbre de la puerta. Pánico. Tapo el ordenador con mi chaqueta para evitar el ridículo. Abro la puerta y quién es?. Pues el padre de mi fallecida esposa, por supuesto. Y quiere enseñarme webs de campos de golf. Y ve mi pantalla llena de ventanas con ofertas de bestialismo y demás. Y qué hago? Pues lo obvio: soborno a mi hijastro para que no rechiste cuando le eche la culpa. Y gracias a eso, mi hijastro me cuenta al fin la razón de su encierro, que no es la tristeza por la muerte de su madre: se ha enamorado, y ha convertido su cuarto en un altar de la comedia romántica para encontrar inspiración.
Esta película no tiene piel. Se autodestruye ante la menor muestra de cinismo. Y es comprensible que muchísma gente la encuentre risible y ridícula. Pero también -ay!- existen muchos que la adoran y no quieren, o no se atreven a admitirlo. Porque admitir que te gusta "Love actually" es desnudarte. Y ese miedo llega hasta la película: dos de las escenas eliminadas comienzan con un zoom sobre un poster de una organización tipo Oxfam que muestra escenas de miseria en Africa; el zoom literalmente penetra en el poster y nos muestra las personas que aparecen en la foto hablando, pero no sobre su miseria, sino hablando de amor. Si hubieran mantenido estas escenas se hubiera montado la de Dios. Y sin embargo puedes hacer una película que muestre que la culpa de la miseria en Africa es de su corrupta clase dirigente y no pasa nada, "es sólo una película".
Richard Curtis tiene fama de blando y tontorrón. Cualquiera que haya visto "La víbora negra" puede negar esta afirmación (y muchos que la hayan visto dirán "¿Cómo?¿Este tío escribió "Black adder"?"). Pero ha elegido pasear por el lado amable. Y eso, artísticamente, es mucho más arriesgado que pasear por el lado salvaje. Económicamente no, claro, y es lícito pensar que este hombre se ha vendido. Yo sólo puedo decir que escuchando sus comentarios sobre la película, y viendo la propia película, creo sinceramente que cree en lo que hace.
En fin, que espero haber convencido a alguien para que vea esta película, y sobre todo espero haber convencido a los que les gustó pero no se atrevían a decirlo. No tengáis miedo. Somos muchos.
Seguiremos. Con una venganza.
"Pues a mi me gusta!!!" presentará películas a reivindicar, pero desde una óptica diferente a lo habitual en este tipo de reivindicaciones. Es mejor definirlo desde una óptica negativa: NO voy a hablar de películas comunmente valoradas y estimadas (p.e., claro que me gusta Clint Eastwood, pero este no es su lugar); tampoco voy a hablar de desconocidas películas procedentes de países que no sabemos situar en el mapa (y a ese que ha esbozado una sonrisa de suficiencia que me situe en el mapa la República de Kiribati, por listillo), puesto que existen foros en Internet que pueden y saben llenar ese hueco mucho mejor de lo que yo podría hacerlo; y por esa misma razón tampoco voy a dedicarme a lo que desde el inimitable blog de Vicisitud y sordidez llaman cine colonoscópico, ya que parece que hoy en día se gastan más bits en defender a Joe D´Amato y Jess Franco que en recordar a Ingmar Bergman o a Preston Sturges (y me parece bien: necesitan hasta el último de esos bits...)
Entonces, dirá el paciente lector, de que c%&$ vas a hablar? Pues de películas que todo el mundo conoce pero que a nadie le gustan. Por supuesto, a nadie salvo a mí. El gran Tomás Fernández Valentí (esto sí que es un blog y no lo que estás leyendo) comentaba en una entrevista hace años que le gustaría que alguien reivindicara el cine de, pongamos, Michael Bay ofreciendo análisis y argumentos para revitalizar la crítica cinematográfica (al menos eso entendí...). La cuestión es que hoy en día está bastante mejor visto reivindicar las películas de Asylum y hasta "Manos: Hands of Fate" que cualquier peli de Jason Statham o Hugh Grant. Y eso no puede ser.
Para el atento lector estos dos nombres son una pista de por donde irán los tiros: efectivamente, el cine de acción y la comedia romántica camparán por sus respetos en esta sección. Sé que el cine fantástico y de terror también tienen bastante que rescatar, pero para eso está Fangoria y similares analizando por qué es mejor Jason VII que Jason V (sí, analizan, muerte a muerte, y puedo asegurar que es mucho más divertido que ver la película en sí) o cual es el mejor desmembramiento de Saw y secuelas.
Basta de prolegómenos. Para abrir esta sección, qué mejor que una película que ningún crítico con autoestima podría tomar en serio: "Love actually"
A mí me gusta "Love actually". Es más, la he visto varias veces y me sigue gustando. He visto la media hora de escenas eliminadas y creo que la mejoran, y estoy convencido que si las hubieran mantenido tendríamos en nuestras manos la rom-com definitiva: tres horas de gente guapísima enamorándose, sufriendo, llorando y terminando felices para siempre jamás. Con niños. Y nieve. Y canciones navideñas. Y "God only knows" sonando antes de los títulos de crédito.
O sea, la automática destrucción de la reputación de cualquiera que admitiese que le había gustado.
Veamos: antes de entrar en el análisis de la película en sí, cabe una reflexión sobre el por qué de la pésima reputación de la comedia romántica. ¿Se han estrenado malas, muy malas, espantosas películas de este género? Claro que sí. Muchas. Y el género que pueda lanzar la primera piedra que lo haga. Comedia, drama, thriller, terror, etc, etc. O sea que no va a ser esto. Otra razón podría ser que nos hallamos ante un género altamente codificado, que no quiere decir que sólo se emita en el Plus, sino que tiene muchas reglas que deben cumplirse. En el caso de la comedia romántica los protagonistas deben ser guapos, pero no avasalladoramente guapos; debe haber una estructura en tres partes (chico conoce chica / mundo se interpone entre chico y chica / mundo es destruído si es menester para que chico y chica acaben juntos); existe un rango determinado de secundarios (amigo nerd/ligón/vituperable del chico; amiga cínica/pava/bonachona de la chica); los padres son opcionales, aunque si hay un ganador/a de un Oscar con necesidad de un cheque se hace sitio; los niños son bienvenidos; el/la rival deben ser más mezquinos/superficiales/sosos que el/la protagonista, pero también deben tener su corazoncito... y, sobre todo, parafraseando a esa otra lista de obligaciones escrita en piedra, todas estas reglas se resumen en dos: todo el mundo es bueno y todo debe acabar bien.
Creo que en estas dos reglas se resume lo que la gente odia de las comedias románticas: su previsibilidad y su creencia en la bondad de la raza humana. Y me atrevería a afirmar que sobre todo es la segunda, pues previsibles son la mayoría de las películas. Así que llegamos a una primera conclusión: la mala reputación de las rom-com procede de su creencia en la bondad de la humanidad. Y no es moco de pavo, la verdad. Basta con el simple gesto de encender un televisor en cualquier lugar del mundo a cualquier hora y en cinco minutos tendrás suficientes razones para negar la bondad y hasta el derecho a la existencia de la humanidad. Pero reflexionemos un minuto: ¿de verdad es todo tan malo? ¿No hay nada que se salve? ¿No conoces ninguna buena persona? ¿No ves "Pocoyó"? Pues eso, que hay de todo en todas partes, y las comedias románticas eligen mostrar la cara más amable.
En este sentido, "Love actually" es ejemplarmente honesta (NOTA: aquí comenza la etapa-SPOILER del post, así que recomiendo a quien no haya visto la película que la vea inmediatamente para luego seguir leyendo)
(No digáis que no avisé)
(¿Ya?, vale, seguimos)
Comienza con una secuencia que muestra la zona de llegadas de un aeropuerto mientras una voz en off dice que, cada vez que duda de la bondad de la raza humana, conduce hasta un aeropuerto para ver los reencuentros de la gente: padres e hijos, maridos y mujeres, viejos amigos... todos abrazándose, llorando, riendo... vamos, amol por todas partes. Y, citando la canción de la banda sonora de "Cuatro bodas y un funeral", dice "Y es que el amor, de hecho, está en todas partes" ("Love, actually, is all around"). Toda una declaración de intenciones.
Y la película va de eso, de amor. Amor inesperado, amor correspondido, amor imposible, primer amos, amor truncado, amor traicionado, amor fraternal, amor carnal, amor pornográfico (aunque no demasiado), amor hasta en la sopa. Dado que tenemos nueve historias, el director se permite fallar parcialmente una de las reglas de titanio: no todas las historias acaban bien. Aunque, para compensar estas amarguras y el resto de finales tristes de la historia del cine tenemos la historia del paleto inglés que no se come una rosca y decide emigrar al Medio Oeste americano...!!! en busca de sexo!!!. Lo que allí encuentra hay que verlo para creerlo (o sea, para no creerlo), pero todo espectador masculino que no haya tenido una fantasía similar a los catorce años miente, y sabe que miente.
Como todo film similar, no todas las historias tienen el mismo nivel: a mí, particularmente, me chirría la historia del Presidente (la política no tiene sitio en una comedia romántica si no tienes a Aaron Sorkin para que te la escriba) y la historia de los figurantes porno me deja frío, pero el resto de historias oscilan entre lo tierno y lo conmovedor. Bill Nighy se gana su actual estatus de secundario cheque de oro en Hollywood con ese viejo cock rocker que todo lo desprecia y que sólo ama a su manager porque es el único que ha creído en él; Colin Firth demuestra por qué es el marido perfecto para todas las británicas de bien; Andrew Lincoln realiza ante Keira Knightley el gesto que todos los geeks hubiéramos querido hacer ante nuestra adolescente musa. Y luego está Liam Neeson.
Liam Neeson es un hombre. Y el resto del mundo no. Que tamaño dechado de masculinidad, ejemplo a seguir por todos los que leímos alguna vez a Hemingway y nos lo creímos, aparezca en una película como esta es ya un hecho de interés. Y la borda. Aquí debemos entrar en el peliagudo asunto de las escenas eliminadas. Se cortó por todas partes, pero lo que más se cortó fue la historia de este viudo destrozado que debe cuidar de su pequeño hijastro y ayudarle a conseguir su preadolescente amor. Y nada de lo que se cortó debió cortarse: una escena en particular es un ejemplo de comedia pura que rara vez se ve. El deprimido viudo Neeson recibe un papel de su progre hermana con direcciones de Internet donde puede encontrar desnudos de Claudia Schiffer, porque sabe que eso lo animará (sic). Con su hijo encerrado en su cuarto deprimido (luego veremos por qué), el lúbrico viudo comienza a buscar. Como no puede ser de otra manera para un neófito en estas lides lúdico-festivas, a los treinta segundos comienzan a saltar pop-ups de lo más explícito y guarro. En ese momento, suena el timbre de la puerta. Pánico. Tapo el ordenador con mi chaqueta para evitar el ridículo. Abro la puerta y quién es?. Pues el padre de mi fallecida esposa, por supuesto. Y quiere enseñarme webs de campos de golf. Y ve mi pantalla llena de ventanas con ofertas de bestialismo y demás. Y qué hago? Pues lo obvio: soborno a mi hijastro para que no rechiste cuando le eche la culpa. Y gracias a eso, mi hijastro me cuenta al fin la razón de su encierro, que no es la tristeza por la muerte de su madre: se ha enamorado, y ha convertido su cuarto en un altar de la comedia romántica para encontrar inspiración.
Esta película no tiene piel. Se autodestruye ante la menor muestra de cinismo. Y es comprensible que muchísma gente la encuentre risible y ridícula. Pero también -ay!- existen muchos que la adoran y no quieren, o no se atreven a admitirlo. Porque admitir que te gusta "Love actually" es desnudarte. Y ese miedo llega hasta la película: dos de las escenas eliminadas comienzan con un zoom sobre un poster de una organización tipo Oxfam que muestra escenas de miseria en Africa; el zoom literalmente penetra en el poster y nos muestra las personas que aparecen en la foto hablando, pero no sobre su miseria, sino hablando de amor. Si hubieran mantenido estas escenas se hubiera montado la de Dios. Y sin embargo puedes hacer una película que muestre que la culpa de la miseria en Africa es de su corrupta clase dirigente y no pasa nada, "es sólo una película".
Richard Curtis tiene fama de blando y tontorrón. Cualquiera que haya visto "La víbora negra" puede negar esta afirmación (y muchos que la hayan visto dirán "¿Cómo?¿Este tío escribió "Black adder"?"). Pero ha elegido pasear por el lado amable. Y eso, artísticamente, es mucho más arriesgado que pasear por el lado salvaje. Económicamente no, claro, y es lícito pensar que este hombre se ha vendido. Yo sólo puedo decir que escuchando sus comentarios sobre la película, y viendo la propia película, creo sinceramente que cree en lo que hace.
En fin, que espero haber convencido a alguien para que vea esta película, y sobre todo espero haber convencido a los que les gustó pero no se atrevían a decirlo. No tengáis miedo. Somos muchos.
Seguiremos. Con una venganza.
La segunda vez que volví a ver la peli me enganchó de un modo inusual. Es cierto que tenía que trabajar en media hora y me aferraba a la peli para no ir a la guardia. Pero esa media hora vi la peli con otros ojos y falto de la coraza que me puse la primera vez. Creo que podría darte la razón (sólo un poco) en que la peli MOLA!.
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